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REDES 02






               El cyberbullying puede involucrar a los compañeros de clase, personas que solo se conocen por in-
               ternet, amigos cercanos y no cercanos, novios, novias, familiares, adultos y profesores, entre otros
               (Smith, 2015). El ciberacoso es difícil que se detenga: continúa a pesar de los diversos intentos por
               eliminarlo, aunado a la gran audiencia a la que puede llegar. Es importante reiterar que, en el tema
               de la ciberviolencia, el anonimato juega un papel importante, pues es el mecanismo de protección
               y generador de confianza y poder para el acosador. Una de las características que otorga el ci-
               berespacio es precisamente el poder de la inhibición, lo que incrementa el miedo en las víctimas,
               máxime a que en este tipo de situaciones se ofrecen pocas posibilidades de solución, sin importar
               el amplio espectro de daño que implica (Wölfer et al., 2014; Bowler, Knobel y Mattern, 2015).

               El acoso cibernético algunas veces tiene su origen en rupturas amorosas. En estos casos, el ataque
               es dirigido: se hace uso de sitios web, mensajes de texto, correos electrónicos y blogs en donde se
               distribuyen mensajes e imágenes producto de la relación. Otro factor que origina al cyberbullying
          Docencia e investigación, mecanismos de reflexión y cambio en Latinoamérica
               es la envidia que brota ante el rechazo de alguna persona por la que hay algún tipo de atracción.
               Por otro lado, se tienen los celos frente a alguien que goza de popularidad; así como la envidia
               y la incapacidad de canalizar la frustración. También se podría decir que el acoso virtual tiene su
               origen en la intolerancia. Los acosadores cibernéticos actúan de esa forma para sentirse mejor
               consigo mismos, o en su caso porque desean que la otra persona a quien dirigen el ataque tenga
               sentimientos de impotencia, soledad, tristeza, miedo y aislamiento. Se tienen indicios que las per-
               sonas con determinada orientación sexual, con discapacidad o que profesan alguna religión son
               más vulnerables a las agresiones. El ciberacoso es un ataque a una persona con el fin de rechazar
               a esa persona de un determinado grupo, de esta forma se aísla al individuo (Hoff y Mitchell, 2009).

               Se ha mencionado que la ira juega un papel fundamental en el acoso cibernético y la victimiza-
               ción, ya que los jóvenes que no saben cómo manejar su cólera (Den Hamer y Konijn, 2016). Por
               otra parte, los problemas entre los compañeros pueden verse exhibidos de forma rápida haciendo
               uso las tecnologías de la información y comunicaciones móviles, los mensajes y demás formas
               de violencia pueden ejecutarse sin que estas sean detectadas por las autoridades. Asimismo, el
               empleo de la comunicación móvil ha llevado a que los jóvenes intercambien contenidos sexuales
               inapropiados que pasan inadvertidos por los padres o por alguna autoridad (Festl y Quandt, 2016).
               El acoso cibernético es un fenómeno complejo de investigar, se requieren procesos desde incautar
               los teléfonos móviles hasta incluso realizar espionaje en las redes sociales (Smith et al., 2012).


               Los episodios de acoso cibernético son eventos que perjudican y amenazan a las víctimas. El im-
               pacto de las agresiones dependerá del nivel de autoestima (Camacho, Hassanein y Head, 2014).
               Se dice que la publicación de fotografías embarazosas y hacer uso de la injuria son algunas de las
               acciones que se emplean con el objetivo de perjudicar a una persona. Y como se puede vislumbrar
               ante lo dicho en este apartado, existe controversia con relación al concepto del acoso cibernético.
               Ante esta controversia se rescatan dos elementos: el primero, el desequilibrio del poder y el se-
               gundo, la intención acompañada de la repetición. Sin duda, la persecución cibernética es capaz
               de lastimar más que la victimización tradicional, además de que se tienen diversas consecuencias
               emocionales y sociales (Compton, Campbell y Mergler, 2014).

               Se habla de una influencia social en el contexto en donde se desarrolla el acoso cibernético, ya que
               este no solo contempla a los amigos cercanos, sino que envuelve al público activo de las agresio-
               nes, lo que en ocasiones se convierte en una red de intimidación. Pero debe quedar claro que el
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