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REDES 02
CONSECUENCIAS DE LA CIBERVIOLENCIA
Como ya se registró, los adolescentes se encuentran entre los usuarios que más visitan o están
conectados de forma permanente a los sitios web, lo que genera el incremento de posibilidades de
convertirse en cibervíctimas. Cuando el nivel de acoso cibernético es alto, este se asocia con los
síntomas de depresión. La adolescencia es una etapa vulnerable al maltrato entre los iguales y en
específico a ser víctimas del cyberbullying, provocando daño exponencial por el nivel de audiencia
que se alcanza en este contexto sin importar la ubicación (Cole et al., 2016).
Las redes sociales como Facebook y Twitter, por mencionar un par, son sitios en donde se pro-
pagan mensajes con contenido de acoso. Sin embargo, se puede indagar otros sitios que son
Docencia e investigación, mecanismos de reflexión y cambio en Latinoamérica
utilizados por los adolescentes para difundir rumores (Smith et al., 2012). De igual forma, existen
jóvenes que son capaces de lidiar con el acoso cibernético, y otros que no pueden con esa carga,
lo que les genera ira, ansiedad, bajo rendimiento académico y baja autoestima y esto puede llevar
a intentar el suicidio (Navarro y Jasinski, 2013).
Las consecuencias psicológicas van en aumento y esto es producto de que la persona que ejerce
la violencia se esconde haciendo uso de la tecnología: condiciones que provocan que el miedo y
la impotencia crezca. El ciberacoso es una nueva forma de intimidar y de aterrorizar a la víctima.
En ocasiones los jóvenes piensan que el acoso cibernético se detendrá por sí solo sin que tengan
que hacer algo, pero en realidad esto no sucede, no se detiene, sino que muchas veces sucede
lo contrario; entre más suba de nivel, más perjudicial es para el bienestar físico y emocional. A los
jóvenes no les agrada la idea de hablar con sus padres o profesores sobre este tipo de agresiones,
ya que en diversas ocasiones tienen temor de perder privilegios, como el uso de sus computa-
doras o teléfonos celulares, o porque temen que sus padres se enteren de que han tenido alguna
conducta de tipo sexual (Hoff y Mitchell, 2009).
Retomando a Hoff y Mitchell (2009), se sabe que un alto porcentaje de jóvenes sufren ciberacoso.
Como no se tienen leyes que regulen el comportamiento en la Red, ofrece la libertad de abusar en
distintas formas de los sitios que la conforman. De tal manera que el ciberespacio es capaz de pro-
vocar miedo y generar amenazas y esto puede ser producto de rupturas, envidias e intolerancia,
todo bajo un ambiente peligroso. Lo que significa que muchos jóvenes con carencia de liderazgo
y escasos valores están interactuando en esos ambientes sin supervisión alguna, lo que puede
generar una diversidad de situaciones de incertidumbre en sus acciones. Los resultados, una vez
más, se ven reflejados en ira, miedo, impotencia y tristeza. Los jóvenes no están preparados para
saber qué hacer en caso de que aparezca el acoso cibernético en sus vidas, en su mayoría ellos
no buscan ayuda por miedo a represalias o porque sienten vergüenza, como ya se mencionó. Las
víctimas en ocasiones tratan de ser indiferentes ante tal situación, sin embargo, el agresor puede
incrementar el nivel de sus agresiones, lo que es posible que ocasione que los chicos se vuelvan
retraídos, al igual que puede llegar a afectar su rendimiento académico y, por último, el estrés que
provoca puede llevar a los adolescentes a tener un comportamiento autodestructivo y peligroso, ya
que pueden convertirse en agresores como venganza ante lo que están viviendo.
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