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REDES 02
Actualmente, los jóvenes han sustituido las agresiones cara a cara y en su lugar hacen uso de las
redes sociales. Se trata del ya mencionado cyberbullying. Se sabe que este fenómeno afecta a más
de 24 % de la población de jóvenes y niños en Estados Unidos. Sin duda se trata de un fenómeno
peligroso, porque las agresiones son ataques que se dan con mayor frecuencia y hay menor res-
peto por los lugares y espacios, de tal forma que los jóvenes pueden ser molestados en cualquier
lugar, incluso hasta en sus casas. Por lo anterior, se están desarrollando las medidas adecuadas
que ayuden a combatir diversas situaciones. Una de ellas es responsabilizar e involucrar más a los
padres sobre las acciones de sus hijos con la finalidad de que puedan controlar diversos compor-
tamientos que puedan estar lastimando a otros jóvenes (Heller, 2015).
Parece que son las diversas presiones que vive un joven las que pueden provocar su participación
en las agresiones cibernéticas, allí es donde se debe prestar atención. Los jóvenes que sienten el
rechazo de sus pares pueden hacer uso del ambiente virtual para expresar diversas conductas
plagadas de ira. En ese contexto, los blancos de las agresiones suelen estar aisladas del grupo de
compañeros en el momento que se presentan los ataques, por lo que el proceso de victimización
se vuelve complejo (Wright y Li, 2013).
Se tiene evidencia de que algunos jóvenes que llegan a presenciar casos de ciberacoso pueden
optar por tomar la postura de ser espectadores o pueden tomar la decisión de intervenir o pueden
ignorar y en el peor de los casos unirse a las agresiones (Graeff, 2014; Gámez-Guadix y Gini, 2016).
Autores como Smith et al. (2012) señalan que es necesario que los jóvenes sean capaces de inter-
venir cuando son testigos de abuso en las redes sociales.
En algunas ocasiones, las víctimas de violencia cibernética están limitadas para recibir ayuda: Docencia e investigación, mecanismos de reflexión y cambio en Latinoamérica
depende de los espectadores de esos actos y del tipo de relación que lleven con la víctima y los
agresores. Es probable que las víctimas que tienen más amigos en las redes sociales puedan
recibir ayuda, mientras que los que tienen pocos amigos puedan no recibirla y las consecuencias
emocionales lleguen a ser más devastadoras. Sin embargo, se podría aprovechar el número de
conexiones que tiene una persona en el ambiente en línea para poder apoyar en los procesos de
intervención cuando se presenta algún tipo de ataque, lo positivo sería que se pudira intervenir sin
importar si es un amigo cercano o no (Brody y Vangelisti, 2016).
Los jóvenes que han sido testigos del acoso cibernético pueden tener reacciones de diferente ín-
dole, ya sea actuando o quedando inertes. Sin embargo, existe la posibilidad de que se desarrolle
la empatía después de haber detectado insistencia en los actos de acoso cibernético (Pabian et al.,
2016). Se tiene conocimiento que los jóvenes más impulsivos son menos propensos a ayudar a
las víctimas de cyberbullying. Los espectadores de los asaltos emocionales generados por el ci-
beracoso pueden ayudar a los individuos que son violentados ya sea defendiendo u ofreciendo
consejos (Erreygers et al., 2016).
La empatía juega un papel importante en los procesos de defensa que los jóvenes pueden ejercer en
caso de ser testigos del cyberbullying. Esto depende del nivel de empatía que se tenga desarrollado,
ya que esta es una capacidad que deja comprender y compartir experiencias (Erreygers et al., 2016).
También el apoyo social que se puede recibir durante los ataques de la intimidación puede ayudar a
amortiguarlos, es aquí en donde entra la función de los espectadores (Schacter et al., 2016).
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