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REDES 02
agresión (Burton, Florell y Wygant, 2013). El fácil acceso a internet ha generado la existencia de espa-
cios virtuales en donde el anonimato resulta ser un factor peligroso, ya que incrementa la confianza
individual para fines negativos. Cabe precisar que una red social es una malla en donde cada nodo
es una persona, grupo u organización que es capaz de generar y transmitir información de forma
independiente; cada enlace representa relaciones e interacciones entre ellos. Algunas de las redes
sociales conocidas son Facebook, Myspace, Friendster, YouTube, Flickr y Snapchat (Kizza, 2017).
Antes que nada, es necesario mencionar que el acoso tradicional se concibe como acciones
agresivas que pueden ser físicas, ya sean directas o indirectas, como la propagación de rumores
de odio sobre una persona, así como excluir a alguien para que no acceda a la participación de
un grupo en específico. Todas las acciones y comportamientos están dirigidos para causar daño
(Burton et al., 2013). Ahora bien, autores como Smith (2015) mencionan algunas diferencias entre el
acoso tradicional y el acoso cibernético; dice que el cyberbullying depende, en principio, del grado
Docencia e investigación, mecanismos de reflexión y cambio en Latinoamérica
de conocimientos tecnológicos. Además, a diferencia del acoso convencional, las agresiones son
invisibles e indirectas, el agresor no ve la reacción de la víctima antes sus agresiones, la audiencia
se incrementa de manera potencial y es difícil de escapar; también se puede añadir el rubro res-
pecto a las motivaciones que provocan a los agresores a llevar este tipo de actos violentos. Festl y
Quandt (2013), asimismo, señalan un contraste más entre el acoso cibernético y tradicional y con-
siste en la distribución de los mensajes, es decir, el acoso que emplea el internet es considerado
como viral, ya que es imposible detener las agresiones que aparecen con mayor frecuencia.
No han sido pocos los diversos esfuerzos por conceptualizar el ciberacoso; se piensa que es una
forma de intimidación que es anónima y por lo tanto genera mucha ansiedad por su propia na-
turaleza. Una característica es que los acosadores esconden sus identidades, usan nombres de
usuario y direcciones de internet ocultas, por lo que el blanco se vuelve completamente vulnerable,
debido a que los ataques son psicológicos y dependen de su intensidad y frecuencia (Hoff y Mit-
chell, 2009). También, el ciberacoso es un asalto emocional lleno de vergüenza pública, una fuente
de estrés. Como ya se mencionó, a causa del anonimato, los medios electrónicos le proporcionan
seguridad al agresor (Hollis, 2016).
El cyberbullying, por su parte, se caracteriza por publicar mensajes insultantes, ofensivos, amenazan-
tes y groseros, además se incorpora el tema de la difamación por medio de rumores crueles, cuyo
propósito es lastimar la reputación. El concepto también incluye a la violación a la privacidad a través
del empleo de usuarios falsos que desean reemplazar la identidad de los individuos, por medio del
uso del hackeo, para enviar información que avergüence a la víctima; información que llega a todos
los contactos de la persona que sufre este tipo de acciones (Buelga, Cava, Musitu y Torralba, 2015).
Por su parte, Gianesin y Brighi (2015) señalan que el acoso cibernético incluye el menospreciar a
las personas, degradarlas, rechazarlas y amenazar su reputación a través de la propagación de
rumores. Se dice que el acoso cibernético es aquel de conductas intencionales, agresivas y repeti-
tivas que son aplicadas por un individuo con más poder en contra de otro más vulnerable usando la
tecnología del internet, redes sociales y teléfonos celulares. Este tipo de violencia reconoce que
las personas están sobreexpuestas en la red pública. La rápida propagación de la información
en la red desarma a las víctimas, quienes no pueden detener las agresiones porque, al desinhibir
al agresor con mayor libertad para provocar más miedo, el internet se convierte en un vehículo
adecuado para agredir con mucha más fuerza (Cénat et al., 2014).
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