Page 200 - DOCENCIA E INVESTIGACIÓN, MECANISMOS DE REFLEXIÓN Y CAMBIO EN LATINOAMÉRICA
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basado en un movimiento de ida y vuelta entre el uso mal estructurado en el trabajo entre sitios y
el uso bien estructurado en el trabajo local. “Límite”, a menudo implica alguna referencia a borde o
periferia; en este contexto, se usa para referirse a un espacio compartido, donde exactamente ese
sentido de aquí y de allá se confunde (Leigh Star, 2010).
Otra forma de hablar sobre los objetos de contorno es considerarlos con respecto a los procesos
de naturalización y categorización. Los objetos fronterizos surgen a lo largo del tiempo a partir de
una cooperación entre las comunidades de práctica. Dentro de una comunidad de práctica, cier-
tos objetos se “naturalizan” pero esta naturalización no debe obstaculizar el reconocimiento de ser
productos de contextos sociohistóricos específicos (Bowker & Star, 2000). Los miembros de una
comunidad de práctica los utilizan rutinariamente, de tal manera que su función se vuelve trans-
parente, lo que significa que los miembros de la comunidad lo dan por hecho. Como tales, estos
objetos naturalizados sirven como marcadores de pertenencia dentro de los mundos sociales
Docencia e investigación, mecanismos de reflexión y cambio en Latinoamérica
involucrados. En este contexto, los objetos límite se pueden entender como objetos que no están
totalmente naturalizados por una comunidad de práctica. En cambio, surgen de situaciones en las
que two or more differently naturalized classification systems collide (Bowker & Star, 2000, p. 297).
Estos objetos se vuelven necesarios para negociar áreas de superposición entre múltiples mundos
sociales. Las discusiones sobre los objetos límites evocan el concepto de marginalidad: los objetos
fronterizos, como las personas marginales, existen en la intersección de dos (o más) mundos so-
ciales dispares sin pertenecer completamente a ninguno de ellos.
Por lo tanto, ningún objeto límite puede ser universalmente útil. Un objeto de límite facilita la cola-
boración entre miembros de dos (o más) comunidades de práctica. Además, algo instituido como
objeto fronterizo no necesariamente continuará funcionando a lo largo del tiempo. A medida que
cambian los requisitos de información y trabajo de las personas involucradas (o a medida que evo-
lucionan las relaciones entre las comunidades de práctica), pueden ser necesarios nuevos objetos
límite para complementar y reemplazar los antiguos.
Bowker and Star (2000) analizan conjuntos de objetos límite que emergen de la problemática cuan-
do colisionan dos o más sistemas de clasificación naturalizados de forma diferente. Otros ejemplos
de objetos límite incluyen repositorios como museos donde las personas pueden observar para
sus propios fines (Star & Griesemer, 1989); tipos ideales como diagramas o atlas que proporcionan
mapas de ruta para todas las dominios involucrados y formularios estandarizados para la comuni-
cación entre grupos de trabajo dispersos (Clarke & Fujimura, 2014).
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Akkerman y Bakker (2011) argumentaron que los espacios creados cuando los diferentes sitios
de práctica profesional se conectan o se superponen brindan el potencial para su aprendiza-
je. Esos espacios límite, sostienen los autores, son intrínsecamente ambiguos y, a menudo,
pertenecen simultáneamente a ambos sitios de práctica, aunque potencialmente de diferentes
maneras. Los espacios de frontera son tierra de nadie, tierra que no pertenece ni a uno ni a otro
mundo. Esta ambigüedad significa que las personas que trabajan en este espacio “[…] enact
the boundary by addressing and articulating meanings and perspectives of various intersecting
worlds [and] move beyond the boundary in that they have an unspecified quality of their own”
(Akkerman & Bakker, 2011, pp. 141-142).
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