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               clases sociales más privilegiadas (...). Sin olvidar que siempre es mejor remediar la miseria que
               mantenerla por compasión de los que la sufren” (pp. 10 y 21).

               Siendo la pobreza un aspecto social que ha sido formalmente legislado para su erradicación
               desde comienzos del siglo XVII, se cita, como ejemplo de los primeros proyectos de leyes desti-
               nadas a regular la asistencia de los pobres, el conocido en Inglaterra bajo el nombre de English
               Poor Laws; leyes a las cuales John Locke dedicó un ensayo en el que resalta la razón de la justi-
               cia y su alcance a favor y beneficio de los pobres mediante la caridad. En este ensayo, ya citado
               también líneas arriba, el autor, sin embargo, olvida precisar un cuestionamiento fundamental:
               ¿cuál es la razón última de la pobreza?

               De acuerdo con el propio Locke:
                       “Así como la justicia otorga a cada hombre un título sobre el producto de su honesta
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                       industria y las legítimas adquisiciones que sus antecesores le legaron, de modo análo-
                       go la caridad da a todos los hombres un título sobre lo que le sobra a los que mucho
                       poseen, para mantener a los pobres alejados de la necesidad extrema, en tanto carez-
                       can de medios para subsistir de otra manera” (Udi, 2012, p. 168).

               Y al respecto, la propia Juliana Udi menciona que “ante todo Locke concibe a la pobreza como un
               estigma, como un índice de la corrupción moral de quienes la padecen. Esa corrupción moral es indi-
               vidual, pero compromete, en definitiva, al bienestar de toda la sociedad” (p. 177) (cursivas añadidas).


               Siendo de alto interés identificar la razón por la cual las políticas públicas y programas sociales
               federales no pueden abatir este mal, se propone atender esta condición social desde las regiones,
               por ser necesaria una diferenciación de las condiciones socioeconómicas de cada una de ellas.
               Para ello se considera pertinente la división en tres grupos de este sector que Locke realiza en el
               “Ensayo sobre la ley de pobres”:
                 1.  el conformado por aquellos que, debido a incapacidades físicas o psíquicas severas, están
                    totalmente imposibilitados para trabajar;
                 2.  el integrado por aquellos parcialmente capacitados para trabajar, y
                 3.  el conformado por aquellos que están completamente capacitados para trabajar. Además, en
                    el interior de este tercer grupo, pueden distinguirse, a su vez, dos subgrupos:
                    a)  aquellos que poseen familias numerosas con muchos niños a los que no pueden mantener
                       con su propio trabajo, y
                    b)  el de aquellos que simulan no conseguir trabajo y viven mendigando o robando.

               Sin embargo, en este trabajo no se coincide con la solución parcial de Locke, la cual implica la
               recaudación de un impuesto destinado a financiar la asistencia estatal de los pobres; tampoco
               en permitir la práctica de la mendicidad y poner en marcha una estricta regulación de esta, como
               resultado de una política pública igualitaria.
                       Los mendigos deberán estar registrados, recibir una autorización expresa de las au-
                       toridades de su jurisdicción y portar un distintivo que dé cuenta de su permiso para
                       mendigar. Quienes pidan limosna fuera de los límites de su jurisdicción serán castiga-
                       dos de un modo tan duro como aquéllos que mendiguen sin necesidad de hacerlo (y,
                       por ende, sin estar autorizados) (Udi, 2012, p. 180).

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